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viernes, 1 de marzo de 2013


El fruto del silencio es la oración.
El fruto de la oración es la fe.
El fruto de la fe es el amor.
El fruto del amor es el servicio.
El fruto del servicio es la paz.

Esta era la tarjeta de visita de la Madre Teresa.
No creo que sea casual que empiece con "silencio" y termine con "paz". Desde luego el silencio le tenemos que buscar nosotros, encontrar la forma de poder hablar y escuchar al Señor lo demás es una consecuencia lógica. Cuando dejamos a Dios entrar en nuestro corazón, el amor que nos llega es tanto que el dar no supone un esfuerzo
sino algo natural. Él ya nos los dijo "Mi paz os dejo, Mi paz os doy" (Juan 14, 27).
Madre Teresa  con su vida es un claro ejemplo para todos nosotros.

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